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miércoles, 12 de enero de 2011

NO MÁS SANGRE

Alberto Híjar

            Un grupo de caricaturistas encabezados por Rius, Hernández y Patricio han decidido producir imágenes con la consigna “No más sangre”. Sin duda la circulación puede alcanzar sitios tan públicos como el transporte cotidiano y las redes sociales. Hace dos años, el fotógrafo y performancero Jorge Izquierdo produjo imágenes con el mismo texto que no pasaron en su distribución de las tarjetas postales que reparte entre compañeros de oficio. Pero más allá del hartazgo por los crímenes horrendos no se ve qué más pueda propiciar la campaña gráfica para no emular a las marchas de señoras y juniors de blanco que se reúnen con Calderón o las movilizaciones de quienes de manera organizada y constante exigen justicia, fin de la impunidad, castigo a los culpables, reparación de daños y protección para quienes sufren de amenazas. Precisión en las denuncias, constancia y alerta pública inclaudicable y autogestiva tendrían que ser líneas a seguir como en el caso ejemplar de la señora Isabel de Wallace o el valiente cura Solalinde, o quienes claman por liquidar acosos y agresiones históricas contra usos y costumbres comunitarios en Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Veracruz.
            Vincular y articular la agitación gráfica o de cualquier otro tipo con el trabajo organizado y constante es requisito para dar lugar a la propaganda constructora de sujetos sociales. La impiden la desatención premeditada de los medios a toda iniciativa distinta a la del errático gobierno. Los publicistas profesionales con acceso a los medios mercantiles recurren a la sensiblería y los recursos preceptuales irreflexivos para ganar apoyo social y clientes. Las campañas publicitarias cuentan con equipos de expertos capaces de convencer no sólo a los patrocinadores con recursos que pueden explotar los aspectos oscuros, ridículos y grotescos del enemigo. Todo esto norma las campañas electorales hasta prescindir de programas económico-políticos a cambio de rostros sonrientes, camisas sin corbata y dedos pulgares alzados. El envilecimiento de la política destruye así la posibilidad de organizaciones de base críticas. Solo hay que recordar el caso extremo de la campaña de las ratas para el gobierno del Estado de México por quien ha recibido como premio un programa de televisión o las de criminalización de López Obrador a cargo de un contratista español favorito del PAN dispuesto a ganar a toda costa. Si el Sindicato Mexicano de Electricistas pudo superar los ataques oficiales fue gracias a sus cuadrillas de trabajadores, a las movilizaciones masivas y a la solidaridad de periodistas y trabajadores de la cultura en general. Lo difícil es sostener esto frente a la dictadura de los monopolios televisuales, radiofónicos y de papel.
            Pero no sólo el PAN se vale de la propaganda negra sino que los institutos electorales se han visto obligados a sancionarla ante el gusto publicitario por imágenes asociativas de quien se quiere legitimar con la referencia a Salinas de Gortari. La terca realidad es más fuerte que todo esto y por eso se acalla la Lista Fernández de Cevallos como excelente muestra de los explotadores más influyentes. En tiempos electorales, todos los partidos políticos retratan a sus candidatos y los expertos en imagen pública eligen la foto, el encuadre, el ademán, el vestuario y la escenografía más adecuada para las amplificaciones en calles y plazas y para la transmisión televisual. Por ejemplo, nadie que mida más de 1.65m. puede ponerse al lado de Peña Nieto. Los equipos partidarios y los publicistas discuten y eligen la consigna de mayor impacto y para ello prefieren la generalidad demagógica del apoyo al pueblo, al campo, a la industria, a la educación, a la salud, sobre la base de llamar la atención imprecisa sobre las grandes carencias para fundamentar promesas que pueden llevarse hasta la firma ante notario en las concentraciones de la multitud acarreada donde la clientela aplaude y grita como en los programas de televisión donde hay ordenadores vivos y electrónicos del grito y la ovación.
            El resultado de esta práctica de la democracia corrompida atenta contra las organizaciones sociales y políticas construidas en la base social mayoritaria que sufre acosos para llevar contingentes a las movilizaciones a cambio de la promesa de solución a demandas urgentes. Contribuyen a corromper la democracia participativa las organizaciones políticamente correctas que no hacen otra cosa que acordar con el Estado. Tomas Mojarro se refiere a esto cuando afirma que en defensa de las gallinas y los pollitos piden al cacomixtle que se vuelva vegetariano. Un falso poder popular se construye así y de él da cuenta un libro reciente de Adolfo Orive, el junior alemanista asociado en los setenta y ochenta con los Salinas para controlar y aniquilar organizaciones de base valiéndose de Conasupo y de acciones legales e ilegales auspiciadas por los gobiernos estatales y el federal. Como prueba de persistencia y desmemoria política, hoy Orive preside la bancada del Partido del Trabajo encabezado por su enemigo histórico del siglo pasado Alberto Anaya para usar la Asamblea de Representantes del D.F con fines mafiosos que niegan el nombre del parlamento capitalino. No es distinto el accionar de los otros partidos con registro y caro financiamiento estatal.
            Así las cosas, la campaña de los moneros tendría que incorporar a Rafael Barajas “el Fisgón” dedicado a ofrecer sus capacidades de investigador histórico a ilustrar grupos de crítica social y política y a publicar panfletos con el SME para lograr que carteles, volantes y pegatinas no queden en el circulo de amigos que si bien son importantes y son capaces de publicar alabanzas en publicaciones diversas, no son suficientes para de veras detener el horror invasivo. Mejor si esto conduce a aprender de las Juntas de Buen Gobierno en Chiapas, los topiles de la APPO en Oaxaca y la policía comunitaria en la Sierra de Guerrero que han probado la seguridad comunitaria incorruptible con éxito singular. Hace unos días, el Comandante Fidel Castro destacó la importancia histórica de Cuba como prueba de digna sobrevivencia sin relaciones con Estados Unidos, sometida a bloqueo económico-político pero sin problemas de narcotráfico, contrabando y las demás lindezas propias de los gobiernos de empresarios para empresarios como el que sufre México. Bienvenida la campaña de los caricaturistas que ojala despierten la crítica a todo lo que impide dar cauce a la indignación social.

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