por Mumia Abu-Jamal
Desde dentro del derecho maniático, se escuchan llamados al asesinato de Julián Assange, famoso por ser creador de Wikileaks. Algunos exigen su inmediata detención, extradición, enjuiciamiento y condena por supuestas violaciones de las leyes de espionaje de Estados Unidos a pesar de que Julián Assange no es ciudadano de este país. Aún cuando la tormenta se ha calmado un poco, los oficiales del gobierno de Estados Unidos están furiosos con el australiano, al grado que algunos han lanzado amenazas ominosas en su contra.
Si Wikileaks es culpable de algo, es de desacatar las reglas no escritas de la prensa corporativa de ocultar los secretos de Estado.
Los llamados al enjuiciamiento de Assange son increíbles en vista de los mares de silencio sobre el enjuiciamiento de los oficiales del gobierno de Estados Unidos por sus crímenes de guerra en Irak y Afganistán. De hecho, la propia guerra es una descarada violación del derecho internacional, porque viola tanto la letra como el espíritu de la Declaración de las Naciones Unidas que prohíbe a una nación atacar a otra nación que no le ha hecho daño. Así que la guerra es un crimen de guerra. Y eso sería cierto aún si Estados Unidos no hubiera torturado a la gente, matado a civiles, destruido lugares históricos (tales como Babilonia ¡una de las primeras ciudades del mundo!) y destrozado naciones enteras con pretensiones falsas.
Hace poco Alan Greenspan, ex jefe de la Reserva Federal, reconoció lo que millones ya sabíamos: "La Guerra de Iraq se pelea principalmente por el petróleo."*
Sin embargo, el ex presidente George W. Bush no enfrenta cargos de crímenes de guerra, los miembros de su Gabinete tampoco. Es como si la ONU tuviera una excepción de idiotez para violaciones del derecho internacional: “¡Uy! ¿No hay Armas de Destrucción Masiva? Disculpen las molestias.”
Millones de personas han sido arrojadas al exilio, la nación ha sido convertida en barrios étnicos, cientos de miles (un estimado conservador) han muerto y la infraestructura del país ha sido bombardeada al infierno. ¿Y no hay violaciones del derecho internacional?
Aparentemente no. Porque los agraviados solo son árabes.
El ex-Profesor de Economía Edward R. Herman y el periodista David Peterson, en su libro La Política del Genocidio, 2010, señalan la manera en que los abogados y jueces del derecho internacional han ignorado las violaciones cometidas por, digamos, ciertos poderes.
De la misma manera que los guardianes de la "justicia internacional" todavía no han encontrado un solo crimen cometido por un Gran Poder Blanco del Norte contra gente de color que cruza su umbral de gravedad, jamás han aplicado sus bonitas palabras sobre la "responsabilidad de proteger" y el "fin de la impunidad" a las víctimas de esos mismos poderes, no importa que tan atroces hayan sido sus crímenes. El establecimiento Occidental se apresuró a denunciar el genocidio en Bosnia-Herzegovina, en Rwanda, en Kósovo y en Darfur, y exigió que los tribunales enjuiciaran a los presuntos responsables. Por lo contrario, su silencio es ensordecedor cuando se trata de los crímenes cometidos por sus propios regímenes contra los pueblos de Asia Sudoriental, Centroamérica, el Medio Oriente y África Subsahariana. Esto es la política del genocidio.
Desde el corredor de la muerte soy Mumia Abu-Jamal.
*Fuentes:
Alan Greenspan, The Age of Turbulence, Penguin, New York, 2007, p.464).
Edward R. Herman y David Peterson, The Politics of Genocide, Monthly Review Press, New York, 2010, p.112).
(c) '11 maj
2 de enero de 2011 Audio grabado por Noelle Hanrahan:www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción: Amig@s de Mumia de México
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